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El derecho a información confiable en las emergencias sanitarias

Actualizado: 3 dic 2020




Por Gabriel García Colorado / investigaciones CCM


Ante la pandemia provocada por el covid 19, se han desatado en todo el mundo grandes temores e inquietudes, mentiras, denuncias, diversas publicaciones, ya sean; científicas, periodísticas, chismorreos, también ideas de conspiración, así como odios, rencores y por supuesto y afortunadamente en paralelo; fraternidad, solidaridad y responsabilidad.


Utilizando el argot del baseball, la pandemia provocada por el coronavirus SARS-Cov-2, nos agarró fuera de base, sin experiencia, ni conocimientos sobre dicho virus, la humanidad no tuvo una pronta y adecuada respuesta, éste apareció en diciembre de 2019, provocando una nueva enfermedad, se intentó sin éxito, controlarla con las tecnologías y conocimientos con los que contaba la comunidad médica. En un principio se focalizó en la población de la provincia de Wuhan[i] en China y afectó a 80,000 personas en un par de meses, por lo que el gobierno chino declaró una epidemia e informó de ésta a la comunidad internacional[ii], lo grave fue que a pesar del rápido crecimiento observado, la mayor parte de los países no tomaron precauciones, pronto se extendió al resto de los continentes, siendo el primero; Europa.


Pronto y gracias a la ciencia supimos con precisión que nunca antes la humanidad había estado expuesta a este virus, por lo que el tratamiento de los enfermos ha sido hasta la fecha sólo el control de las diversas manifestaciones clínicas de la enfermedad, sin contar con una vacuna, sin experiencia y sobre todo sin un cuadro clínico uniforme, lo único que se pudo hacer fue informar a la comunidad mundial de esta epidemia que se convirtió en la pandemia que hoy afecta a todo el mundo.

Ante la pandemia provocada por el covid 19, se han desatado en todo el mundo grandes temores e inquietudes, mentiras, denuncias, diversas publicaciones, ya sean; científicas, periodísticas, chismorreos, también ideas de conspiración, así como odios, rencores y por supuesto y afortunadamente en paralelo; fraternidad, solidaridad y responsabilidad.


Lo que ha dado lugar a muchas preguntas de la población, las más frecuentes que hemos leído, escuchado y recibido, son en torno al origen del coronavirus, la mortalidad del mismo, y porqué algunas sociedades han logrado contener la expansión de la pandemia, también se preguntan si es un castigo de Dios, una venganza de la naturaleza, si el virus mutó o fue modificado en algún laboratorio, quién o quiénes van a ser los beneficiarios de esta enfermedad, si hay vacuna o cuando la va a haber, también hemos escuchado a quienes niegan la existencia del virus, y la participación de sociedades secretas que quieren apoderarse del mundo y muchas otras cosas. Y lamentablemente se seguirán enunciando nuevas y más extravagantes teorías, debido a que no hay previsto en ninguna legislación, un control de quienes pueden y deben ser los comunicadores en casos de pandemias, es decir, profesionales encargados de difundir la verdad, bajo un código ético, en busca de dotar a la población de elementos, datos y conocimientos sobre las realidades de la pandemia y cómo actuar frente a ella, con el objeto de disminuir la morbimortalidad, el estrés, los temores y sobre todo evitar hacer uso de la enfermedad y sus efectos con fines políticos, económicos, partidistas, y lo peor de conveniencia a necesidades personales o de un grupo.


Aceptamos que el derecho al acceso a la información, es un derecho fundamental para el desarrollo pleno de una sociedad democrática, éste se encuentra garantizado en el artículo 6 de nuestra Constitución, es parte esencial del derecho a la expresión y tiene amplios e importantes antecedentes en todo el mundo, por lo que se encuentra en diversos Tratados y Convenios internacionales, pero nos preguntamos cual es el límite cuando en ocasiones lo que se difunde solamente ayuda a incrementar los miedos de la población.


El periodista Javier Salas, en el periódico El País, se preguntaba sobre el COVID-19, ¿qué es mejor? tener información de mala calidad ahora, o ninguna información hasta que sea fiable, en el documento señalado, refería de manera inequívoca que el número de publicaciones científicas en torno a la pandemia eran en muchas ocasiones contradictorios, alentaban las inquietudes y temores de las personas que viven esta situación[iii] y sobre todo, se preguntaba que hacer en el caso de que lo difundido ataque a la moral, los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público, elementos que en nuestro país, son cotidianos. Como ejemplo, vemos con desasosiego y preocupación que varios comunicadores, tanto en los multimedia, como los que lo hacen en redes sociales, hacen comentarios absolutamente fuera de la realidad, confrontan a los responsables del cuidado de la salud, a nivel local, estatal y federal, y con la seguridad que solo brinda el desconocimiento, denuestan y descalifican a funcionarios, directores de hospitales y otros profesionales de la salud, en una clara muestra de lo que se denomina el efecto Dunning-Kruger,[iv] que consiste en un sesgo de las habilidades cognitivas por el cual las personas con menos habilidades, capacidades y conocimientos, tienden a sobrestimar que tan buenas son, estas personas comienzan a opinar sobre todo lo que escuchan y piensan que saben más que los demás. El problema no se queda solo ahí, sino que llegan al grado de querer imponer sus ideas como verdades absolutas. Es por ello que intentan hacen pasar a los demás por incompetentes o completos ignorantes, cuando en realidad no es así.


En el caso específico de la pandemia que nos ocupa, las consecuencias de estos actos han resultado altamente perjudiciales en todo el mundo para el efectivo combate de la misma, muchos de los arquetipos de este efecto, y como ejemplo han obligado a disminuir las reglas en materia de sana distancia, evocando los derechos de libertad de tránsito, lo que ha logrado únicamente el incremento de las personas contagiadas. Se han atacado a diversos líderes religiosos que han aceptado la decisión de que permanezcan cerrados los templos e iglesias y los propios feligreses han atacado a sus obispos y otras autoridades eclesiales, acusándoles de asociarse con el mal y hacer la labor sucia de los enemigos de Dios. Se han utilizado las denuncias y quejas de algunos médicos y enfermeras para debilitar a los sistemas de salud, como un grave error en nuestro país, se reprodujo insensatamente la queja de 11 asociaciones médicas para acusar de maltrato, negligencia y abandono de los médicos encargados del cuidado de los pacientes de Covid, sin analizar que 11 asociaciones no representan ni siquiera el 0.02 por ciento de las sociedades, asociaciones, academias, colegios y demás agrupaciones de profesionales médicos en el país, pero además fomentando la xenofobia y discriminación a los médicos cubanos que han promovido entre otros un ex canciller mexicano. En tanto todos parecen olvidar a los servidores públicos que en forma heroica arriesgan su salud y eventualmente su vida, no sólo los médicos, sino; las enfermeras, los sacerdotes y religiosos que están atendiendo las necesidades espirituales de los pacientes[v], los policías y los encargados de la administración de la justicia.


La búsqueda de responsables de la pandemia han generado ideas tan pueriles y aberrantes como las de que Bill Gates, Martin Reese, George Soros y otros personajes son los creadores de este virus y serán los beneficiarios de la venta de las vacunas, -que esperamos pronto podamos tener a disposición del mundo-, además paralelamente surgen diversos grupos de “creyentes” de estas pueriles confabulaciones, que son alimentadas en los medios de comunicación sin restricciones, ni un cuerpo de evaluación no tan sólo de la veracidad, sino de establecer un principio de cautela.


No podemos dejar sin mencionar la difusión de los grupos que se oponen, a la vacunación, la mayoría de los datos que utilizan para esta oposición, no tienen ningún valor científico, en su mayoría son posturas ideológicas y teorías conspirativas, argumentan la destrucción de embriones para hacer las vacunas[vi], el peligro de que se introduzcan chips que convertirán en autómatas a las personas[vii], les provocarán esterilidad, el virus no existe y por tanto la vacuna es solo una manera de ganar dinero fácil[viii],[ix] y muchas noticias falsas más, que crecen como chismes de la farándula.


En tanto ha crecido la pandemia en los continentes europeo y americano, ésta se ha detenido en los países de oriente, en los cuales las restricciones a la movilidad se obedecen casi al pie de la letra, en donde la obligación del uso de cubre bocas es aceptada sin chistar, ni desobedecer dicha ordenanza, también como consecuencia de sus valores éticos y culturales, no les importa el evitar los contactos físicos, crecientes en casi todo el mundo occidental, Byung-Chul Han[x], el filósofo surcoreano, profesor de la Universidad de Berlín nos explica con prístina claridad, porqué los países asiáticos han enfrentado con mayor éxito la pandemia, en su mayoría sintoístas y confucionistas, aceptan mejor las órdenes gubernamentales y creen más en sus gobernantes, en tanto la individualidad y libertades occidentales han resultado en un fracaso rotundo, al que sin duda debemos sumar las invitaciones de merolicos a salir del encierro, a desobedecer las normas higiénicas, e incluso el experimento fallido de Suecia e Inglaterra para  lograr la inmunidad de rebaño, como anécdota al margen en una reunión en zoom, con un grupo de camaradas, hubo una expresión en contra de esta práctica y el motivo era tan absurdo, como era el que con esa expresión, se nos trataba como animales.

[i] El nacimiento de la pandemia: así comenzó todo en Wuhan, https://www.eldiario.es/internacional/nacimiento-pandemia-comenzo-Wuhan_0_1015598789.html

[ii] La Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconoció como una pandemia global el 11 de marzo de 2020. WHO Director-General’s opening remarks at the media briefing on COVID-19 – 11 March 2020. https://www.who.int/dg/speeches/detail/who-director-general-s-opening-remarks-at-the-media-briefing-on-covid-19—11-march-2020

[iii] Dos ejemplos de lo señalado: La confusión puede ser muy grave y va mucho más allá de unos cuantos tuits desinformados. A mediados de marzo, por todo el mundo circuló la advertencia de que tomar ibuprofeno podía ser fatal en caso de contraer la covid. Un artículo especulativo, publicado en una revista especializada, relacionó ambos factores. Tres días después, la Sanidad francesa hacía suya la advertencia. Las autoridades sanitarias de todo el planeta tuvieron que calmar de urgencia a la ciudadanía: no hay ninguna prueba de ese vínculo. El artículo era una simple hipótesis desarrollada en cuatro párrafos y sus autores insistían en que habría que estudiar si esto era así. Querían aportar un granito de arena que se convirtió en una piedra en el zapato de las autoridades sanitarias.

Por esas mismas fechas, EE UU bloqueó la llegada de millones de test a su país basándose, según se supo después, en un único estudio que cuestionaba su validez. Este estudio, publicado en una revista científica china, fue retirado por sus propios autores poco después, sin más explicaciones. Pero los asesores médicos de la Administración Trump ya habían tomado una crucial decisión para la vida de muchos estadounidenses basándose en un estudio que, para la ciencia, nunca existió.





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