Hablando de regalos para el día del Padre, pensé en ti…

Papá, mucho me ayudaría aún tenerte por acá y en un festejo como este poder disfrutar de ti. Me gustaría la posibilidad de cotejar contigo el propio tino para la sorpresa de tu regalo, cotejar la oportunidad de mis palabras, saber si te sentirías escuchado por mí en sintonía con lo que tuviera tu corazón y la efectividad para reavivarte con mi beso y mi abrazo según la realidad de nuestro estándar de apapacho familiar, que por fortuna en mí, con los años se ha ido ampliando en expresividad haciéndome sentir mucho más libre.
Pienso que no hay nada escrito ni definitivo que evite que nos podamos equivocar cuando regalamos y celebramos para una importante ocasión. Muestra de ello, son algunos fallos que hubo en los regalos y celebraciones que quizás recibiste por mi parte, por mis hermanos y por mi mamá.
No pocas mujeres, incluyéndome, con una buena intención y viendo la necesidad al frente de los hijos y en respuesta a una sociedad aún machista, hemos realizado el reclamo a los esposos de una mayor participación en el ámbito educativo, familiar y social. Lo paradójico es que queriéndolo tanto, también lo obstaculizamos. Los sacamos de la cancha por esa insaciable necesidad femenina de control y precisión, de la idea absurda de que al hombre hay que explicarle cómo debe hacer todo en casa y con los hijos. Actualmente varios de ellos ya expresan sentirse disminuidos, relegados y poco escuchados. Insistimos demasiado en nuestro modo particular de hacer las cosas, como si este fuera el único camino bien marcado. Y aunque tengamos muy buena intención si no frenamos nuestro discurso criticón, radical y controlador, las oportunidades de alentar la paternidad amorosa, responsable y colaborativa que ellos puedan tener con la mujer fracasarán. Tenemos la responsabilidad de visibilizar el valor de los hombres que sí están presentes, pero ojo, ellos no son, ni tienen que hablar y ser como nosotras.
Es muy común, que ante la dosis menor de precisión, expresividad y tiempos lentos de reacción masculina, las mujeres acabemos nublando la experiencia. Las impaciencias, los enojos, los reclamos y las demandas le cambian el sabor al día para poder desear reunirse.
Seguro existe más de una clave para que los hombres sientan suyo este día, sin que les de la impresión de que les es arrebatado por sus mujeres o por la industria comercial que a todos persuade. Dejemos a los hijos también acercarse. Preguntar, es el mejor conducto para acercarnos a complacer. Lo difícil para cada una de nosotras no suele ser nada más el preguntar, sino el estar dispuestas a escuchar lo que venga de regreso. A veces regresan silencios, indeterminación o simplemente planes inesperados por parte de ellos que desacomodan nuestro rígido esquema mental.

En fin Papá, regresando te diría que la fecha me remite principalmente a ti y aunque hoy te irías de espaldas sorprendido con la insistencia publicitaria y los avances tecnológicos, todo es cuestión de ajustar esos regalos y formatos a lo que había en tu tiempo.
Hoy, algunos hombres expresan que si fuera material, recibir el regalo de un reloj les gustaría, así como recibir una camisa, zapatos, algo de ropa deportiva, una loción, un dispositivo o un viaje. Algunos hombres, sin empacho alguno se abren y nos dicen que nos olvidemos de regalar adornos, corbatas, calcetines, calzones y manualidades. La verdad es que creo que vale la pena esta franqueza.
Papá, si hoy comprara una loción de hombre, me acordaría irremediablemente de ti, del sencillo pero mágico aroma que recibía, cuando después de tu ritual de rasurarte, al final sacudías las palmas en las mejillas poniendo la gloriosa “Agua Velva” que cerraba tus poros. Créeme, pasar por ahí cuando lo hacías era maravilloso. Eras guapo y con esa frescura y olor, hombres que me parecían galanes se quedaban cortos. Hoy pienso con qué cosas tan sencillas lograbas impresionarme. Recuerdo también, verte por primera vez usar unos tenis y me atrevo a imaginar que fueron comprados por los primeros sueldos de alguno de mis hermanos que llegaron felices con tu regalo. Siendo Ingeniero Químico y trabajando en el área de calidad en una importante fábrica, solías llegar con los gigantescos y pesados zapatos bostonianos de seguridad puestos. Más de uno en la casa, se tropezaba con ellos en tu recámara o en la sala, los dejabas al cambio de unas pantuflas que yo solía llevarte a tu llegada a casa. Te veías simpatiquísimo con los nuevos tenis, eras alto, guapo, fornido, ¡un Señorón!. Lo común era estar acostumbrados a verte con tus “zapatotes” y en ese entonces mirarte en tenis, era al fin verte llevar un sábado o domingo con aires de cierto “relax” y daba gusto verte descansar.
Los dispositivos que hoy nombran como “Gadgets”, hoy serían equivalentes a lo que antiguamente era tu “gran” cámara fotográfica. Podría haberse cimbrado la casa si alguien hubiera osado tomarla sin permiso. Hoy, te reirías de mí al ver cómo mis hijos, al menor descuido, toman y usan sin permiso mi propio celular y lo que tenemos en casa. Como ves tengo cierta manga ancha conforme a ti…
En fin, pienso en lo hermoso que puede irse conformando el día de homenaje a los Papás. Cuanto más me compenetro de tu buena referencia paterna, más agradezco la balanza que la vida otorga con la complementariedad de los sexos, de lo mucho que se llena un hogar con ambas figuras. Cada uno llega al mundo y aporta su maravillosa esencia y experiencia, su vistosa o discreta presencia, una y otra igual de sublimes, igual de valiosas.
Papá, hasta donde estés hoy te regalo todo mi agradecimiento. También, como mujer y en nombre de muchas otras, agradezco a esos hombres discretos de presencia, pero que no pierden la esperanza de renovarse en la expresividad y que deciden a diario continuar la aventura de la vida con su mujer.
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Por Marisa Del Collado #DíadelPadre
https://youtu.be/fITh9tAfO1s