Marzo con M de Mujer
Por Carolina Rebollo
Este año viví el día de la mujer de una manera muy especial, tuve la oportunidad de ir a la ONU como delegada temporal de la CSW67 que, para quienes no están tan familiarizados, les cuento: es el evento anual que organiza ONU Mujeres para abordar, bajo una temática central, acciones que tienen que ver con la mujer a nivel global.
Fue una gran experiencia, en verdad, misma que empezó no en el momento que llegué al aeropuerto JFK en Nueva York, sino meses atrás, donde me gustaría platicarles las diferentes expresiones y aprendizajes que tuve en dicha preparación.
Desde niña, mi papá hacía con nosotros un ejercicio cuando vivíamos algo grande o icónico en nuestra vida. Me gustaría compartirlo porque permite, en mi caso, ordenar las ideas y tener una visión un poco más objetiva del mismo.

La dinámica se llama “lo bueno, lo malo y lo feo”; y, yo añadiría, “lo curioso”.
Arranquemos con lo bueno.
Por un lado, sentirme afortunada al ser seleccionada por una asociación con casi 50 años de trabajo por y para mujeres; asociación que, a mí misma –confieso– me remitía a ideas anquilosadas en temas de mujer por simples prejuicios y, hoy con conocimiento de causa, puedo decir que es una asociación vanguardista, conciliadora y preparada para avanzar e incidir en temas de mujeres. Donde la asociación que yo creía que podía ser vieja, caduca o anquilosada se derrumbó por completo con una delegación robusta de mujeres jóvenes (como yo) en su mayoría, provenientes de 8 estados de la República Mexicana: confluyeron activistas, académicas, representantes políticas, intelectuales, estudiantes, mamás; con el común denominador de querer trabajar en temas de mujer y generar una incidencia tanto local como internacional.

Para acceder al espacio de delegada temporal debías interesarte por la mujer, exponer por qué debías ir, hacer un statement vinculando tu aportación, postura con el tema central de la Conferencia (CSW), en fin prepararse y, sobre todo, organizarte para ir con todo lo que ello implica: llámese encargar esposo e hijos, faltar a la escuela, a la uni, dejar al novio, pedir permiso en el trabajo, dejar encargadas las plantitas o el perro o la tortuga, ahorrar, ahorrar y ahorrar porque el pase incluía “la entrada” más no los gastos y viáticos y, lo menciono, porque eso ya implicaba un gran mérito para estar ahí, habla del gran esfuerzo e interés de las participantes.
Un par de capacitaciones antes de irnos y mucho estudio, desde cómo funciona la ONU, quiénes integrarían la delegación oficial mexicana, cómo vincular la tecnología con el tema de mujer y en dónde centrar nuestro discurso (el que mucho abarca poco aprieta), debíamos llegar con una postura clara y definida; hablar de cómo la mujer no sólo debe tener acceso a la tecnología, sino también ser creadora de ella y ser usuarias activas; de esta forma se busca incidir y generar cambios reales incluso en la democracia y construcción del bien común, como ANCIFEM lo propone.
Armar mi estrategia de fondeo para ir, desde tirarle alto a grandes donadores, hasta hacer un llamado a la solidaridad y generosidad de mi círculo más cercano, ahí me llevé tantos aprendizajes desde quien disfruta y se emociona con tu aventura, quien busca hacer un esfuerzo para colaborar, quien te dice no puedo pero te echa
porras, quien le pides para una comida y te da para 3 comidas, quien dices “chicle y pega” y te da un buen apoyo que no te imaginabas, quien te dice no coincido con tu causa pero admiro que vayas y seas “mujer valiente”, quien no estaba en tu radar y de repente te dice “oye, supe que vas, ¿necesitas algo?” hasta los que, todos conocemos, dicen SÍ y luego nunca aparecen, dicen sí y te piden coordinarte para hacer equipo y coalición y salvar al mundo y, pum, se esfuman y al final ni apoyo, ni “salvación del mundo” ni nada, o los que simplemente les llega tu mensaje y te dejan en súper visto… Todo eso es aprendizaje…
Llegar allá a NY city, la ciudad que nunca duerme y literal, nunca duerme y “maquina ideas” todo el día, llegar a la ONU acreditarte y ver cientos y miles de mujeres de TODO EL MUNDO de todos colores, olores (literal), pensamientos, argumentos, causas, representaciones en el evento internacional más importante del tema de mujer, hace que la piel se te ponga chinita, pensar que todas estamos ahí por la misma causa: la mujer.
Es cuestión de perspectivas algunas veces por luchar por enaltecerla y hacerla visible y sujeto de derechos y de oportunidades y en otras trabajando por supuestos derechos de la mujer que en realidad son un triste “borrado de la mujer”; finalmente mujeres que han seguido, seguramente, un camino similar al mío para intentar que su voz se escuche, ya sea por su estudio y trayectoria o por algo que las marcó e incluso muchas veces les causó dolor.
Ver eventos alternos y paralelos en todos los idiomas, en todas las tonalidades y perspectivas, preguntarse por las conclusiones del documento rector que, más allá de los eventos, precederá la CSW como tal, escuchar las valiosas y, a veces, tan silenciadas y opacadas voces de los hombres que asistían y hablaban de la situación de las mujeres en sus países, ver carriolas en las salas de la Asamblea general y la sala de ECOSOC (Consejo Económico y Social, siglas en inglés) mientras se realizaba el encuentro parlamentario en el que los países miembro, comparten buenas prácticas y avances en tema de tecnología, tema central de la Conferencia, para apoyar a las mujeres.
Intervenir y fijar postura, micrófono abierto por parte de la sociedad civil, en nuestro caso de México, de la realidad tras bambalinas presentada en algunas veces por parte del gobierno y escuchar a tantas representantes de OSCs y ONGs de otros países… En fin, un rush continuo de aprendizaje y agotamiento mental de todo que estoy segura que mi cerebro se activó y, al menos, por la labor de esos días, Alzheimer no me dará, porque vaya que la plasticidad cerebral estuvo al máximo.
Aprender de mis compañeras delegadas, de su participación, de su esfuerzo, sus posturas sus opiniones creo que fue de lo más valioso palpablemente que me quedó; ya comentaba que en la propia delegación había desde chicas de 20 años hasta mamás de adolescentes; donde todas heroicamente, y no dudo en poner ese adjetivo, pusieron en pausa sus actividades para ir a la ONU y levantar la voz; la labor en equipo de la que hablaba perfecto inglés; la que, súper movida, sabía como y por dónde meterse, o colarse; la que traía toda la agenda lista y al dedillo; la que ubicaba a los diplomáticos a quienes debíamos acercarnos; quien apapachaba cuando a alguien le daba “Home-sick”; la que manejaba los medios; en fin, un equipo que no podría ser sin el liderazgo de Blanca que nos organizaba, precedía e indicaba cómo, cuándo y dónde, y el equipo de tierra que generosamente hacía la parte “más aburrida” desde México pero la más importante, hacer eco…

Podría hablar y hablar de una de las mejores experiencias de mi vida, en muchos sentidos pero Sí, también hubo lo malo y lo feo sigamos con ello…
Lo malo y lo feo lo concentraré.
Me gustaría empezar diciendo que fui tía por undécima vez y estaba lejos para conocer a mi sobrino Pablo Tomás. Me hubiera gustado estar ahí luego, lueguito para conocerlo. Tampoco me gustó ver tan pocos hombres en el evento y, creo que eso es culpa de la polarización de los temas, en donde, yo pienso, a veces existe tanta polarización que no nos damos chance de escuchar otras voces y propuestas que, tal vez, sin ceguera de taller puedan hacer buenas aportaciones.
Escuchar que de México se habla tan mal y tan triste, sólo de la violencia, el crimen y el populismo que nos hace estar todos los días en los noticiarios, ver un tono de pena cuando después de emocionarse por saberte mexicana, se preocupaban y preguntan si es cierto todo lo que se dice en la TV o las RRSS.
Escuchar que México con sus propias dolencias es pionero y el primero en la lista en hablar y seguir agendas no propias buscando codearse
con posturas que hoy no son urgentes y necesarias abordar acá, en palabras de la propia delegación mexicana nos comentaron, en corto, “Obvio México impulsará lo tradicional, ¡bueno no!, que no se mal interprete lo que tradicionalmente ha empujado desde que ya no están los de antes en el poder” y así lo tradicional, las tradiciones se ven no representadas en este momento…
¡Feo y malo el frío! Que si bien, te hace lucir “más chic”, también me hizo tener un kleenex en la mano todo el tiempo… También, feo el contraste cuando tienes un equipo maravilla de respaldo en México en la oficina que avanza solito y funciona perfectamente , pero ahora tienes una “nueva” adquisición" –después de más de 6 meses así se sigue autodenominando–, que me hizo seguir anclada a la oficina explicándole como funciona la A y la Z y por más que parezca increíble, cómo poder mandar un email desde otro aparato que no sea una computadora, o tener que explicarle que "que no esté tu jefa no implica que se arme la fiesta", pero en fin hasta eso agradezco pues diariamente me hacía recordar mi institución laboral a la que por cierto, extrañé mucho...
Feo lo caro que es NY, jeje, donde con todo y el favorable tipo de cambio seguía siendo caro, pero importante llevar un presupuesto fijo y aplicar la típica frase “el que convierte no se divierte”
Lo curioso… comprobar una vez más que más de 12 años de inglés en el aula no me hacen ni cerca de una angloparlante o por lo menos no a la velocidad que mi cerebro quiere o quisiera expresarse. Curioso también que me tocó cambio de horario y adáptame a ello también, curioso que tuve mi primer despedida de soltera espontánea con las chicas encantadoras que conocí y todos los lindos consejos que me dieron, curioso pasar pijamadas con mis roomies hablando de amor y desamor y creando un vínculo súper lindo entre nosotras que me quedo como gran legado de este viaje. Curioso que estoy casi segura que me dio COVID, pero ojos que no ven corazón que no siente y nunca sabré si fue o no...

Curioso que todos los días se apartaba un salón completito donde bajaban todos los musulmanes a rezar, se me hizo tan bonito, curioso, respetuoso…
Curioso por supuesto que conocí la nieve y fui la más feliz, pues ¡es algo que anhelaba hace más de 40 años!
En fin concluyo que hay mucho por hacer, por investigar, por leer y por pasar de la letra a la acción, que siempre habrá un momento para lo realmente importante, que lo que se quiere y se sueña, ¡se puede!
¡Siempre con los pies en la tierra, la mirada en el cielo y el corazón en la verdad y el bien común!