No es tiempo perdido, es una inversión que reditúa
Actualizado: 14 nov 2021
Por: Marisa Del Collado

Me he sentado a escribir, es viernes, son las dos de la tarde, ya casi es hora de comer, es poco el tiempo para armar algo por completo, pero me anima conectarme con éste tema. Había empezado el día tempranito y aunque de cierta manera si tuve mis horas de sueño completas, sentía un cansancio criminal que provenía de una semana generosa en demandas familiares, exigencias que colapsaron unas con otras, junto con otros chocantes imponderables que truncaron aquellos propósitos que visualicé en una previa noche de domingo antes del inicio de la semana. No creo que a ninguna mujer con familia, que trabaje en casa o fuera de ella, le extrañe, como a mí, el tema del conflicto existente entre los “imponderables” y lo que se desdibuja con aquello que no se logra y habíamos planeado lograr en la semana.
Quizás has sentido como yo, un crudo desaliento cuando terminas la semana y ves que aún se mantienen sin atender varias de tus metas de la semana anterior. Ahí, en el tintero, pueden estar desde trámites que ya sientes negligencia no atenderlos, un retomar la participación en el proyecto que tanto buscaste o finalmente cosas relacionadas al orden, a la oración, al contacto humano, temas de salud, horizontes nuevos, etc.
Ver que no concreté lo planeado, trajo en consecuencia que sintiera el primer bloque de toda mi mañana en una atmósfera de cierto desaliento, sintiendo un cuerpo pesado y cansado. Sin embargo, me da gusto saber que no me quedé ahí y que hice algo que corrigió el estado. Tengo cierta capacidad de auto observarme en lo físico como en lo emocional y hoy gracias a esa observación me di cuenta que en mi cuerpo y en mis emociones hubo un cambio positivo que se activó cuando hice algo. ¿Qué trajo esa transformación y cómo se manifestó?
Lo que activó esa transformación fue haber recibido una amplia y amorosa escucha de mi madre, por medio de una llamada telefónica hecha por mí, donde me explayé con confianza. Y así, fue que se dio poder pasar del desaliento a la gratitud, pasar de un cuerpo incómodo y cansado a un cuerpo que tuvo un respirar más cómodo con mejores sensaciones. Con la gratitud que nació de sentirme escuchada, solito se fue despejando e iluminando mi día para hacerse un día con una tarde de viernes que ameritaba andar con más disfrute.
Pienso a raíz de lo anterior, en una capacidad valiosa, escondida, que a la vuelta de cada semana se crece y se nutre en una mujer. Y es que veo que de muy ingeniosas maneras, muchas de nosotras logramos encontrar el tan necesario botón de reset para volver y empeñarnos de nuevo en algo que vimos estropeado o perdido. Con esta activación, volvemos al trabajo y a la acción de una nueva semana poniendo “la actitud” y la voluntad, como si nada hubiera ocurrido.
Hay algo que nos hace recargar la pila para remontar la novedad de la semana y continuar en el esfuerzo de perseverar en aquellas cosas que no alcanzamos en días pasados. Veo valioso querer entrarle así, incluso cuando en varias ocasiones te llaman necia por insistir en algo.
Hoy me di cuenta, que detrás de ese botón de reset que nos permite reiniciar y transformar la semana a positivo hay una maniobra aprendida femenina, una herramienta poderosa que nos entrega contención y nos soporta, para mí es un sistema vivo, un circuito alimentado por muchas vías. Me refiero a la cualidad de la ESCUCHA, en su modelo virtuoso de otorgarla y de recibirla. Considerar la escucha como una pérdida del propio tiempo es mala idea pues es de las mejores inversiones de nuestro tiempo. En mi caso, cuando menos pienso me veo beneficiada de haberla otorgado alguna vez a otras personas pues también RECIBO. Entramos a formar parte de un círculo bastante provechoso: “Dar escucha”, “Recibir escucha” y al término de todo el “Agradecimiento”. Para mí, sólo una persona agradecida es la que puede ser feliz.
¿Te has detenido a pensar todo lo que escuchas a otros y lo que te escuchan algunas personas en particular? Detente.. ¿Quiénes son?
¿Piensas el papel que éste circuito tiene para tu contención emocional y el repuntar de tu ánimo?
¿Alegras tu vida con ese agradecimiento que surge de ser escuchada?
Un aspecto que me gusta reflexionar sobre todo esto, es que resulta muy importante saber pedir a otros poder ser escuchada, sin hacer lío de ideas y complejos, vencer la timidez.
De lo anterior tengo un buen ejemplo. Hace un año, me contactó una amiga de años atrás que vive fuera de México. Ella se enteró que yo realicé un cambio favorable en mi vida personal y decidió acercarse y externar lo mucho que le serviría que en lo sucesivo yo pudiera acompañarla escuchando sobre ella y ciertas circunstancias complejas que llegaba a experimentar. Ella me hizo saber que se apoyaba, de esa manera también, con otras dos mujeres y ello le ayudaba y le aclaraba mucho. Yo le respondí que contara conmigo y desde entonces está en marcha un continuo proceso de escucha con lo que en Whatsapp escribe, lo que graba o lo que hablando por teléfono me cuenta. Me parece extraordinaria la contención que esto da a una persona y lo asertivo que es el rasgo cuando ella se auto provee esa necesidad de ser escuchada pidiéndolo honesta y francamente, sin contaminar el espacio con complejos. Desde entonces, yo también he sido escuchada y esto me clarifica continuamente y me ha permitido estar en un gimnasio auténtico para seguir desarrollando ésta cualidad de escucha de la que yo y todas las personas que me rodean resultan beneficiadas. Agrego que la gratuidad en todo esto tiene una belleza especial.
Anímate y empieza a ser consciente de cómo puedes aprovechar esa capacidad valiosa de escuchar a otros y buscar ser escuchada sin tener complejos de que eres inoportuna o a nadie le importas, hará que puedas recargar de nueva cuenta las pilas del ánimo para que tus propósitos no se añejen y puedan crecer y madurar como los visualizaste algún día.