
Por Verónica de Miguel
Estar casado no significa renunciar a la individualidad. Todo ese asunto de ser “la
media naranja”, tómatelo como una metáfora, pero no lo creas. Nadie es la mitad
de otro. Es más, que mantengas tu personalidad, tus gustos, tu manera de ver la
vida, etc., es lo que la enriquece y la hace crecer. Es cierto que una pareja
necesita de dos, pero en todos los órdenes de la vida.
Mantener espacios independientes en la pareja
Mantener la independencia y la autonomía hasta cierto grado es fundamental para
una relación de pareja sana. Cada uno de los miembros tiene gustos comunes con
el otro, pero también tiene preferencias diferentes que disfruta mucho. Sacrificar el
gusto propio por los gustos del otro es un error muy común en el nombre del amor
que no hace sino traer problemas a mediano o largo plazo.
Es desaconsejable no cultivar las aficiones propias, no mantener contacto con los
antiguos amigos o no seguir practicando los deportes y actividades que te
gustaban antes de conocer a tu pareja. Tener actividades por separado facilita un
tiempo de separación, de aire fresco, necesarios para extrañar, echar de menos al
otro. El deseo de volver a ver a tu pareja viene dado de la ausencia temporal de la
misma.
Independencia laboral en la pareja
Hay casos en que una misma pareja comparte algo más que amor. Trabajan en la
misma empresa o dirigen un mismo negocio. En estos casos las horas de tiempo
libre y las de trabajo son consecutivas y no existe separación entre los roles. Los
problemas laborales se llevan a casa y los conflictos de pareja se traducen en un
peor desempeño profesional.
Son estas parejas las que más necesitan forzar un espacio independiente del otro.
Aunque no parezca necesario es muy importante permanecer un rato separados.
Una de las cosas más importantes es el poder compartir con tu pareja novedades,
impresiones, vivencias.
Estar juntos 24 horas va empobreciendo la visión particular de las cosas, la
simbiosis excesiva con la persona amada crea un lazo emocional de falta de
identidad personal. Ya no sabes si te gusta algo o si a la pareja le gusta algo.

Amigos comunes y diferentes
Es inevitable, estando en pareja, compartir un grupo de amigos. Generalmente
matrimonios de la misma edad, con intereses parecidos y que atraviesan el mismo
momento que nosotros. Pero tener también amigos individuales es una excelente
idea. Mantener los afectos de nuestra infancia o de la universidad. El grupo de
trabajo, o los compañeros con los que compartimos un hobby o actividad. Un
espacio para códigos diferentes a los de la pareja. Oxígeno, aire fresco que te permita valorar y añorar la compañía del otro.
No confundas amor con dependencia
El amor no exige que abandones todo cuanto eres para convertirte en lo que tu
pareja quiere que seas. En primer lugar, lo que enamora de ti es quien tú eres. Si anulas eso, desaparecerá la magia que hizo que fueras la persona elegida para
amar por otro. Para revisar si has perdido de vista tu independencia, chequea los
siguientes puntos:
¿Mantienes los amigos de antes de estar en pareja?
¿Mantienes un hobby que te gusta sin importar si es compartido?
¿Practicas algún deporte o actividad que te hace pertenecer a otro grupo humano?
¿Tienes algún lugar en tu casa que puedas considerar “tu rincón”, donde nadie te moleste?
¿Ves los programas de TV, películas o escuchas la música que a ti te gusta?
¿Comes lo que te gusta?
¿Conoces absolutamente a todos los amigos de tu pareja?
¿Tienes en este momento algo nuevo que contarle a tu pareja, por pequeño que sea?
¿Sientes que necesitas un momento a solas? ¿Disfrutas desproporcionadamente cuando eso sucede?
¿Recuerdas lo que es ser “yo” y no “nosotros”?
Pon atención a tus respuestas y a los sentimientos que tienes al contestarlas. Si tu
relación se está volviendo asfixiante, háblalo con tu pareja. Necesitar una cierta
independencia no es amar menos.
Recuerda que “lo mejor de irse, es volver”.
Fuente: ALAPAR, Veronique de Miguel, Guía de About.com